"Ya no des vueltas, no vayas tan rápido".
Decías eso todo el
tiempo, pero en realidad nunca querías que parara.
Visitábamos a diario el
Monumento a la Revolución, pero no teníamos una razón específica.
No íbamos a las marchas
que pedían nuevo gobierno, no íbamos a ver tocar a las bandas de guerra del
gobierno viejo, no íbamos a tomar fotos del monumento ni de la gente, sólo
estábamos ahí porque nos quedaba cerca, porque era el punto medio entre tú y yo.
No íbamos a mojarnos a
las fuentes danzantes.
Sólo íbamos a sentarnos
a esperar que anocheciera y encendieran las luces de colores.
A dar vueltas agarrados
por los brazos, como unidos por un tipo de energía que no sé cómo explicar.
A marearnos y sentarnos
a ver las luces después.
Siempre hablamos de
comprarnos un "Fabuloso Fred",
porque a los dos nos gustaban las luces de colores.
Por eso nos gustaba ir
a los puentes peatonales y ver las luces de los coches.
Por eso fuimos a un
cine a las 12 de la noche a ver "Tron".
Tú con tu uniforme de
la escuela y los labios pintados de azul.
Y tus labios en la
oscuridad pintando mis labios y mi cuello. Bañados por las luces de colores de
la pantalla del cine. Tus labios y mi cuello, tus piernas y mis dedos. Las
luces de colores de "Tron".
Tú con tu uniforme de
la escuela en el Monumento a la Revolución. Dando vueltas y mirando las luces
de la fuente.
Tú sin tu uniforme de
la escuela el día que llevaste series navideñas a una habitación de hotel,
cerraste las cortinas y me dijiste que ese día era nuestro día.
Y esa noche, como
muchas otras noches, dando vueltas agarrados por los brazos, me dijiste que no
necesitabas usar drogas.
Y todo era perfecto.
Pero un día te fuiste
con alguien que usaba el mismo uniforme que tú.
Y ver luces ya nunca ha
sido lo mismo desde entonces.
Ya no voy al Monumento
a la Revolución desde que ya no contestas el teléfono.
Compré "Tron" en HD.
Sé que si la viéramos
en un cuarto de hotel y con las luces apagadas, te acordarías de porqué nos
quisimos tanto.