sábado, 20 de junio de 2015

Tres poemas que hablan de Vocacional 6



Nota previa: los siguientes poemas fueron concebidos en torno a una época de mi vida donde nunca tuve muy claro qué hacer, quién era yo o a dónde debería ir. El genial equipo de Cráneo de Pangea los seleccionó para formar parte de su antología virtual, sin embargo los reposteo aquí, para que puedan verlos acompañados de unas fotografías del lugar donde dejé gran parte de mi vida.






Gemela

La lluvia es mi alma gemela,
estoy seguro.
Siempre viene
de tan lejos,
a estrellarse
contra el piso y
no le duele:
No le importa.
La lluvia es mi alma gemela,
estoy seguro.





Metáfora

la fachada
de mi casa
que se cae
a pedacitos
cada que la lluvia arrasa
es el símbolo perfecto
de lo que hago
con mi vida.








Sencilla

Todo lo que queda vivo
de lo que alguna vez tuve
es mi boleta global
con las calificaciones,
los nombres de las materias
y con cinco reprobadas.
Alguna vez mi vida fue sencilla
y para que siguiera siendo
tenía que hacer una cosa:
pasar matemáticas.
Y no sé si por idiota,
por desidia o por pereza,
el caso es que nunca pude.
Me pregunto si podré.
Algún día mi vida fue sencilla,
pero insistí demasiado en complicarla.
Fumando en el pasto fresco,
leyendo en las jardineras,
escribiendo cuanto pude,
escuchando discos nuevos,
inundándome de sueños
y de ideas.
(Hace poco leí que a la gente lista
no le gustan las salidas fáciles.
Pero también sé que a los imbéciles
les gusta complicarse sin razones.)
Algún día mi vida fue sencilla,
pero insistí demasiado en complicarla.

















viernes, 5 de junio de 2015

Taller de teatro (texto de Andrea Saldaña)

Ser una buena actriz es un poco también hacerle creer al espectador que todas las palabras del guion salieron de la propia cabeza. Decirlas una y otra vez, creerlas uno primero antes que cualquier hijo de vecino, que para uno sean artículo de fe. Decir y hacer todo como si fuera por convicción propia y entonces sí, arriba el telón, showtime, playball, a darle: Hay que seducir al público.
Me fascinaba esa idea. Por eso me inscribí en taller de teatro.
Ahí fue cuando entendí que la clave del éxito era la actuación. 
Empecé a actuar en la vida, en el desayuno, en las reuniones de negocios, con los colaboradores, con la gente que me quiere, con la gente a la que odiaba, en la cama, con mi madre, con mi abuela, con la gente del bus, en la calle y hasta enfrente del espejo. Había que ser buena actriz en todo y con todos.
He vivido así ya no sé cuántos años de mi vida y todavía sigo pensando que es horrible que tengamos que hacer esto para "vivir bien". 
Pero funciona.

Doy fe de que funciona.